Izmir, una ciudad que funciona como puente cultural entre Asia y Europa, es un testimonio del valor del patrimonio multicultural. Con una historia rica de 8500 años, su papel no solo se limita al comercio, sino que se extiende al turismo, la innovación y la industria, convirtiéndola en un modelo de modernidad donde se entrelazan tradición y progreso. Esta vitalidad cultural es esencial para que la ciudad prospere en términos sociales, medioambientales y económicos.
Durante la pandemia de COVID-19, Izmir implementó la noción de cultura circular como un marco esencial para afrontar desafíos, resaltando cómo la cultura actúa como el cohesor entre la economía, el entorno y la justicia social. El objetivo es sencillo: crear una comunidad resiliente donde cada ciudadano pueda participar activamente en el ámbito cultural, fomentando así los valores de igualdad y solidaridad.
El objetivo principal del Proyecto de Izmir sobre cultura y resiliencia es establecer un entorno que soporte la producción cultural, incluso en tiempos de crisis, enfatizando la sostenibilidad en términos económicos, sociales y ambientales. Este ambicioso proyecto busca preservar el carácter cultural mientras garantiza la participación activa de la ciudadanía y fomenta la solidaridad.
Se adoptaron varias estrategias, como organizar reuniones culturales, implementar planes de acción adaptados al contexto COVID-19 y proporcionar tanto apoyos financieros como sociales a artistas. Esto último fue esencial para cubrir las necesidades de la comunidad artística, afectada por la cancelación de eventos. La inclusión de plataformas digitales como İzmurArt y IzmirTube fue clave para mantener viva la interacción cultural a pesar de las restricciones físicas.
Las acciones del proyecto fueron diversas y abarcaron desde la creación de espacios de diálogo hasta la adaptación de eventos a formatos híbridos o digitales debido al confinamiento. Este esfuerzo por mantener el dinamismo cultural incluyó no solo la transición al mundo online, sino también la promoción de la solidaridad y el voluntariado a través de campañas como “Estamos aquí”.
Iniciativas como el programa de Recogida Voluntaria de Fruta no solo beneficiaron al sector agrícola, sino que también reafirmaron el sentido profundo de comunidad, superando juntos las dificultades surgidas por la pandemia. Las plataformas digitales revitalizaron concursos, festivales y eventos, garantizando que los artistas pudieran seguir compartiendo su trabajo.
Gracias al proyecto, se estableció un sistema de apoyo financiero que ayudó a más de 900 artistas hasta los primeros meses de 2021. Las plataformas digitales permitieron la realización de múltiples eventos culturales, mientras que el MMI destinó significativos recursos económicos para asegurar la continuación de estas actividades durante y después de la pandemia.
A nivel macro, se aseguraron las condiciones para una producción cultural continua, incluso en circunstancias adversas, logrando posicionar a Izmir como un modelo de gestión cultural en tiempos de crisis. La adopción de la “Cultura Circular” se consolidó como un concepto que combina la economía, el medio ambiente, la historia y la justicia social en un único enfoque resiliente.
El papel proactivo del MMI ha sido esencial. Enfrentándose a los desafíos, han sabido aprovechar la digitalización para abrir nuevas oportunidades culturales accesibles a toda la población. La multidimensionalidad del proyecto y su enfoque en la “cultura circular” promovieron una visión inclusiva y ecológica.
El enfoque en la sostenibilidad y la creación de mecanismos resilientes fue crucial, al igual que fomentar un espíritu de solidaridad y cooperación esencial para mantener a la comunidad artística comprometida e integrada. Estos factores fueron fundamentales para superar las limitaciones impuestas por la pandemia y seguir adelante con éxito.
Para aquellos sin conocimientos técnicos, el proyecto de Izmir muestra cómo la cultura puede ser un factor unificante en tiempos de incertidumbre. La clave del éxito radica en la participación activa, la resiliencia comunitaria y la adaptación a nuevos medios para preservar el patrimonio cultural.
Desde un punto de vista técnico, las estrategias adoptadas por el MMI destacan por su capacidad de implementar una gestión cultural efectiva en un entorno cambiante. La utilización de plataformas digitales no solo permitió mantener la producción cultural, sino que facilitó el acceso y participación de la ciudadanía, asegurando un futuro sostenible para la producción del sector cultural. Para más información sobre la gestión cultural en tiempos de crisis, puede leer sobre cómo Hummo Productions transforma el arte en tiempos de cambio.
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